P: Después de rodar en Francia y en francés la película The Past (Fortiden – Le passé), ¿qué le empujó a volver a Teherán para rodar THE SALESMAN?
R: Al terminar de rodar en Francia The Past (Fortiden
– Le passé), empecé a trabajar en una historia que transcurre en España.
Escogimos las locaciones, escribí un guion muy completo, sin diálogos. Me reuní
con los productores y los actores principales, pero para conseguir a todo el
equipo hacía falta un año. Reconozco que me alegré mucho porque me daba tiempo
de rodar una película en Irán. No me sentía muy cómodo con la idea de hacer dos
películas seguidas en el extranjero y, en cierto modo, distanciarme de los
rodajes en mi país.
P: ¿Cómo nació este proyecto?
R: Hacía tiempo que tomaba notas y apuntes para
una historia sencilla en la que estaba pensando. Cuando surgió la oportunidad
de rodar en Irán, recopilé todo lo que había escrito en años anteriores.
Además, siempre había tenido ganas de hacer una película que transcurriera en
el mundo del teatro. De joven trabajé en el medio, que significa mucho para mí.
Era la historia perfecta para el entorno del teatro. Fue así como empecé a
desarrollar un guión basado en personajes preparando una obra.
P: ¿Cómo definiría THE SALESMAN, como una
historia de venganza o de honor perdido?
R: Me cuesta mucho definir o resumir THE
SALESMAN, o incluso explicar lo que significa la historia para mí
personalmente. Todo depende de las preocupaciones y del estado mental del
espectador. Si lo toma como un comentario social, se acordará de ciertas cosas.
Pero puede enfocarlo desde la perspectiva de un cuento moral, o incluso de algo
totalmente diferente. Lo único que puedo decirle es que, una vez más, la
película trata de la complejidad de las relaciones humanas, sobre todo en el
seno de la familia.
P: Al principio de la película, Emad y Rana
forman una pareja normal. ¿Son esos dos personajes típicos de la clase media
iraní?
R: Emad y Rana son una pareja iraní de clase
media. No puedo decir que sean representativos de la mayoría de parejas de ese
nivel en su relación o su forma de ser. Los personajes fueron creados con la
intención de que el espectador no tuviera la sensación de que la pareja fuera
diferente de cualquier otra. Forman una pareja normal con sus propias
características. Los dos se mueven en un entorno cultural y son actores de
teatro aficionados. Pero, de pronto, se encuentran sumidos en una situación que
revelará aspectos inesperados de su personalidad.
P: El título original de la película hace
referencia a la obra de teatro de Arthur Miller en la que participan Emad y
Rana con sus amigos. ¿Qué le hizo escoger esta obra en particular?
R: Leí Muerte de un viajante (The salesman)
siendo estudiante. Me marcó profundamente, quizá por sus reflexiones sobre las
relaciones humanas. Es una obra teatral muy rica, que ofrece lecturas
múltiples. La dimensión más importante me parece la crítica social de un
periodo histórico en el que la rápida transformación de la América urbana
destruyó a una clase social. Toda una categoría de personas que no supieron
adaptarse a la inesperada modernización fueron literalmente aplastadas. En ese
sentido, la obra guarda muchos paralelismos con la situación actual en mi país.
Las cosas cambian a la velocidad del rayo y no queda más remedio que adaptarse
o morir. La crítica social que forma el núcleo de la obra sigue siendo válida
en Irán.
Otra dimensión de la obra es la complejidad de
las relaciones sociales en el seno de la familia, sobre todo en la pareja
formada por el viajante y Linda, su mujer. En la obra hay una fuerte atracción
emocional, y eso hace que además de conmovedora, también obligue al público a
reflexionar sobre temas muy sutiles. En cuanto decidí que los personajes de la
película estarían en una compañía teatral y que prepararían una obra, pensé que
el drama de Miller era muy interesante porque me permitía establecer un
paralelismo con la vida personal de la pareja en el centro de la historia. En
el escenario, Emad y Rana hacen los papeles del viajante y de su mujer. En la
vida real, sin saberlo, se encontrarán con el viajante y su familia, y deberán
decidir su destino.
P: Evoca el desarrollo anárquico de Teherán
mediante la vista que hay desde la terraza del nuevo piso de los dos
protagonistas. ¿Es esa su opinión de la ciudad en la que vive y trabaja?
R: Teherán hoy en día se parece mucho a Nueva
York tal como la describe Arthur Miller al arrancar la obra. Es una ciudad que
cambia a mucha velocidad, destruyendo todo lo viejo, como los huertos y los
jardines, y reemplazándolo por torres. Es el ambiente en el que vive el
viajante. Aquí encontramos otro paralelismo entre la obra y la película.
Teherán cambia de forma frenética, anárquica, irracional. En una película que
cuenta la historia de una familia, la casa juega un papel principal. Es algo
que ya se vio en otras películas mías. De nuevo, en esta, el hogar y la ciudad
tienen papeles centrales.
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